REPÚBLICA
BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD
BICENTENARIA DE ARAGUA
VICERRECTORADO
ACADÉMICO
DECANATO
DE INVESTIGACIÓN, EXTENSIÓN Y POSTGRADO
SAN
JOAQUÍN
DE TURMERO – ESTADO ARAGUA
LA PAZ COMO DERECHO HUMANO Y EDUCATIVO
AUTORA: Díaz Johana
Correo: johanaydc@gmail.com
RESUMEN
La Paz es un proceso que debe estar presente en el
desarrollo de la personalidad. Como proceso debe ser continuo y permanente,
para enseñar a "aprender a vivir en la no violencia", y que confía en
la creación de ámbitos de Justicia, Respeto, Tolerancia y Felicidad
gradualmente más amplios. Diríamos que educativamente pretendemos un proceso de
enseñanza-aprendizaje de la cultura de la paz que implica una ética personal y
social fundamentada en la convivencia en libertad y en igualdad, es decir,
plenamente democrática. Esta concepción se inspiraría en el respeto y
reconocimiento de todos los convenios internacionales que reconocen los
derechos humanos, favorecen un concepto internacionalista y global de la
sociedad humana, se fundamentan en carácter intercultural y mundialista,
pretenden el desarrollo de todos los pueblos y optan por el desarme como
principio es por ello que se debe fomentar la paz, los derechos humanos de
conformidad con la letra y el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas, la
Constitución de la UNESCO, la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros
documentos pertinentes, como la Convención sobre los Derechos del Niño y las
convenciones sobre los derechos de la mujer, y de conformidad con la
Recomendación sobre la educación para la comprensión, la cooperación y la paz
internacionales y la educación relativa a los derechos humanos y las libertades
fundamentales.
Palabras Claves: Educación, Paz, Violencia, Cultura,
Derecho, Ética, Personalidad,
felicidad.
PEACE AS A HUMAN AND
EDUCATIONAL LAW
SUMMARY
Peace is a
process that must be present in the development of the personality. As a
process, it must be continuous and permanent, to teach "to learn to live
in non-violence", and to trust in the creation of gradually broader areas
of justice, respect, tolerance and happiness. We would say that educationally
we intend a process of teaching-learning of the culture of peace that implies a
personal and social ethic based on coexistence in freedom and equality, that
is, fully democratic. This conception would be inspired by the respect and
recognition of all international conventions that recognize human rights, favor
an internationalist and global concept of human society, are based on
intercultural and globalist character, seek the development of all peoples and
opt for the Disarmament as a principle is why peace, human rights must be
promoted in accordance with the letter and spirit of the Charter of the United
Nations, the Constitution of UNESCO, the Universal Declaration of Human Rights
and other relevant documents, such as the Convention on the Rights of the Child
and conventions on the rights of women, and in accordance with the
Recommendation on education for international understanding, cooperation and
peace and education related to human rights and fundamental freedoms.
Key Words:
Education, Peace, Violence, Culture, Law, Ethics, Personality, happiness.
Abogada
De Libre Ejercicio, Egresada De La Universidad De Carabobo, Especialista En
Derecho Laboral, Título Obtenido De La Universidad Rómulo Gallego, Magister En
Derecho Laboral Título Obtenido De La Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA)
INTRODUCCIÓN
La Paz y los Derechos Humanos
se han ido centrando cada vez más en el tema de educar para la resolución no
violenta de los conflictos. Esto es un elemento diferenciador con respecto a
las corrientes más intimistas, que entienden la paz como un estar bien consigo
mismo, una no-guerra o un no conflicto.
La educación hace
que frunzan el ceño hasta los más escépticos. Lo que se entiende por persona,
reflexividad, sentimientos, valores, expectativas y vida en sociedad, muestra el calibre y los alcances de las distintas
observaciones sobre lo que es la educación: son muchas las observaciones,
aunque sólo un puñado logran germinar. Orientando
la escalera al cielo, parece adecuado abordar la educación desde las armonías y
el bien, que sin tapujos emanan y se alimentan del amor. Prescindiendo de
religiones y dogmas en un medio completamente natural y material, sin estas esencias no
hay forma de poder constatar que el milagro humano permanece y por momentos
visualice futuros, teniendo en cuenta la paz es un derecho propio de cada ser
humano.
En un periodo de transición
y de transformación acelerada caracterizado por la expresión de la
intolerancia, las manifestaciones de odio racial y étnico, el recrudecimiento
del terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, la discriminación, la
guerra y la violencia hacia el “otro” y las disparidades cada vez mayores entre
ricos y pobres, tanto en el plano internacional como en el nacional, las
estrategias de acción deben apuntar a garantizar las libertades fundamentales,
la paz, los derechos humanos y la democracia, y a fomentar al mismo tiempo el
desarrollo económico y social sostenible y equitativo ya que se trata de
componentes esenciales de la construcción de una cultura de paz. Esto exige la
transformación de los estilos tradicionales de la acción educativa.
La paz duradera es
premisa y requisito para el ejercicio de todos los derechos y deberes humanos.
No la paz del silencio, de los hombres y mujeres silenciosas, silenciadas. La
paz de la libertad –y por tanto de leyes justas–, de la alegría, de la
igualdad, de la solidaridad, donde todos los ciudadanos cuentan, conviven y comparten.
Paz, desarrollo y
democracia forman un triángulo interactivo. Los tres se requieren mutuamente.
Sin democracia no hay desarrollo duradero: las disparidades se hacen
insostenibles y se desemboca en la imposición y el dominio.
En 1995, quincuagésimo
aniversario de las Naciones Unidas y de la UNESCO, Año Internacional de la
Tolerancia, recordamos con especial énfasis que sólo en la medida en que nos
esforcemos cotidianamente en conocer mejor a los demás – ¡el “otro” soy yo!– y
en respetarlos, conseguiremos tratar en sus orígenes la marginación, la
indiferencia, el rencor, la animadversión. Sólo así lograremos romper el
círculo vicioso que conduce a la afrenta, al enfrentamiento y al uso de la
fuerza.
Es
por lo que se debe adoptar una cultura de paz, entendida como un proceso
de construcción de comunidad, donde se fomenta mayor justicia y menor
violencia, nos da elementos para replantear el mundo en que queremos vivir.
Para romper la espiral de violencia, se necesita atacar sus causas. Es
decir, es necesario producir cambios
estructurales y actitudinales en la sociedad. Cabe recordar que
en la década de los sesenta y setenta, por no decir hasta la actualidad, los
movimientos sociales querían acceder al poder y, desde ahí realizar cambios
estructurales en la sociedad. La toma de las armas era parte de este
razonamiento. Por otro lado, la iglesia tradicional intenta producir cambios en
la sociedad a través de nuevas actitudes. Sin embargo, consideramos que es
necesario producir cambios tanto actitudinales como estructurales, para
construir una sociedad que viva una cultura de paz.
Los cambios estructurales implican
nuevas instituciones que estén al servicio de la gente; una nueva escuela que
considere al niño y joven como ser humano y no como objeto al que hay que
educar; un sistema judicial que garantice la realización de los derechos
humanos; medios de comunicación que informen y no adiestren; una institución
policial como agente social de servicio comunitario y no de represión; una
iglesia que fomente una nueva espiritualidad al servicio de la vida; agencias
multilaterales que permitan el bienestar común de la humanidad y que no estén
al servicio de la acumulación del capital transnacional.
Pero a la vez,
ciudadanos que piensen que la realización humana pasa por mejorar la calidad de
vida donde los bienes son instrumentos y no el fin para la realización humana;
que somos parte de la naturaleza y que cualquier daño que le hacemos también
nos afecta; que yo crezco humanamente si el otro crece.
Para Helio Gallardo, producir cambios estructurales significa trabajar
en dos niveles: el primero, en cambios en las instituciones, es un trabajo en
la política; mientras el segundo, para realizar cambios actitudinales, es un
trabajo en lo político.
Es necesario asumir
una posición crítica frente a la exclusión social. Para el movimiento de la no-violencia,
esta posición es el ejercicio de la objeción
de conciencia, definida como el derecho que tiene todo ser humano de
resistirse a colaborar con los sistemas que reproducen la violencia.
Una forma de ejercer la
objeción de conciencia es la no-violencia
activa, como método y forma de vida. Al decir del Serpaj-Ecuador, “la
no-violencia es una mística pero también es una estrategia alternativa a
la contra violencia y la violencia estructural e institucionalizada”. Vista la no-violencia desde éste ángulo,
debe responder a un proyecto político que sustente la estrategia, formas de
organización masiva y de conducción que le estructuren y le den eficacia y
contundencia.
Por ende, esta lucha no
es de un grupo social o un individuo, sino requiere de la mayor cantidad de
seres humanos para producir cambios en los niveles enunciados anteriormente. Es
por ello que se necesita un trabajo en y con todos los sectores de la sociedad.
La palabra no-violencia proviene
de la traducción del término hindú "ahimsa". Los movimientos no-violentos
europeos siempre han utilizado el término no-violencia como una sola palabra.
La razón principal es la de explicar con total claridad que la opción no-violenta
no supone una mera negación de la violencia directa, sino un proyecto positivo
de transformación radical de la sociedad y de nosotros y nosotras mismas. El
objetivo fundamental será acabar con la denominada violencia estructural
haciendo de la coherencia entre fines y medios uno de sus elementos
fundamentales.” (Paco Cascón)
¿Qué es más importante:
estar en paz o construir la paz? De
no creerlo, muchos de los participantes de los talleres de Serpaj, en una
primera aproximación sobre la cultura de paz, asumen la primera posición. Sin
lugar a dudas, los políticos, medios de comunicación, la escuela y otros
canales han hecho creer que es mejor estar en paz, no meterse en problemas, mejor
quedarse en casa, viendo la televisión u oyendo música tranquila (y
tranquilizante).
Esta versión negativa de la cultura de paz, que
asume la paz como ausencia de guerra y conflicto, fomenta que las personas no
enfrenten el conflicto, por ende, no asuman posiciones que cambien el status
quo. Para el investigador de la paz Johan Galtung, el antónimo de la paz no es
guerra sino violencia. Por consecuencia, la cultura de paz está relacionada con
la eliminación de todas las formas de violencia. Serpaj América Latina define a
la cultura de paz como un “proceso dinámico y colectivo que construye
y fortalece valores, creencias, tradiciones y expresiones sociales que, por la
fuerza del amor, promueven relaciones actitudes y acciones que respetan
los derechos humanos generando inclusión, justicia, respeto, tolerancia,
diversidad, equilibrio ambiental, y la búsqueda de la verdad, alterativa
de la cultura de violencia y de dominación; que enfrenta los conflictos
con procesos no violentos activos propiciando bienestar, felicidad y
liberación, personal, socio-estructural y ecológica”.
Entendida de esta
forma, la paz tiene una relación vinculante con los derechos humanos y el
desarrollo centrado en el ser humano. Por ende, la tarea de construir la
cultura de paz requiere trabajar en varios niveles: el ético jurídico, ético
político, el cultural y el económico.
Todo esto pasa por una tarea educativa como estrategia
esencial para lograr la construcción de un nuevo sentido común que permita
seres humanos sensibilizados con la propuesta de la de paz.
La construcción de cultura de paz
La cultura de paz es un
horizonte utópico; lo importante en las actuales condiciones es la construcción
de cultura de paz, como una tarea política que permita romper la espiral de
la violencia y todas sus expresiones a través de la construcción de comunidad.
La construcción de
cultura de paz intenta que las personas o grupos sociales enfrenten los
conflictos de manera no violenta, con el fin de que puedan cambiar las
condiciones socio históricas que producen vulnerabilidad social, pero además de
que las personas sean menos vulnerables. Frente a los procesos de
ensimismamiento e individualismo que reproducen las prácticas de sobrevivencia
individual, es necesario que la construcción de la paz, como manifiesta
Gallardo fomente procesos que generen,
sostengan y amplíen comunidad.
La tarea pasa por la
construcción de sujetos y actores sociales, entendida como la capacidad que
tiene el ser humano para incidir en la realización de los derechos humanos,
tanto generales como particulares. En esta tarea la educación para la paz y los
derechos humanos juegan un papel estratégico como instrumento que fomenta la construcción de sujetos sociales que asuman una
posición crítica frente a las situaciones de injusticia social.
La paz y los derechos humanos el concepto educar
viene de la palabra latina educere, que significa sacar de
adentro hacia fuera. Es decir, un proceso, continúo de formación del ser
humano en interrelación con el mundo que le rodea. Desde que nace,
recibe estímulos que interioriza y que van dando forma a su carácter,
sus valores éticos y estéticos, construyendo sentimientos, desarrollando habilidades
y destrezas.
La educación para la
paz y los derechos humanos (EPDH) es un proceso continuo de articulación con
las vivencias, creencias, conflictos y sentimientos que el ser humano tiene con
el fin ponerlas en interrelación con los principios de la cultura de paz
basados en el respecto, la justicia y la solidaridad. La EPDH busca despertar la
indignación ética natural que
tiene todo ser humano frente a las situaciones de violencia e injusticia, con
el fin de que la persona ejerza el disenso, como manera de expresarse a las
asimetrías sociales.
Es decir, entendida
como un proceso continuo, desde que nace hasta que se muere, la EPDH atraviesa
a todos los ámbitos de la cotidianidad humana e incide en la interacción
social, en el sistema de relaciones sociales, y en el sistema de valores que
orientan a una sociedad determinada. Su objetivo es identificar los paradigmas culturales que promueven y
generan violencia en las relaciones entre personas y grupos, fomentando así
nuevas formas de interrelación basadas en reciprocidad, solidaridad y respeto
que permitan recuperar un nuevo sentido de la vida. La EPDH permite la
construcción de un nuevo sentido común, basado en la centralidad del ser humano
y la naturaleza, fomenta la socialización de prácticas y valores culturales que
puedan generar procesos empáticos entre los valores que se profesan y los que
se practican.
Partiendo del
reconocimiento de la necesidad de hacer transformaciones en el ámbito
actitudinal y estructural, con el fin de romper la espiral de la violencia, la
EPDH brinda los elementos necesarios para la construcción de una espiral de la paz, apostando a la
educación como elemento transformador.
Metodología de la educación para la paz como Derechos Humanos
EL Instituto de
Educación para la Paz (IDEAZ) para la construcción de su propuesta metodológica
parte de la educación popular, se basa en la acción-reflexión-acción, pero incorpora un nuevo elemento de
partida, el ser humano, el cual vive una serie de conflictos, los cuales
necesitan un tratamiento para transformarlos y generar una nueva forma de relacionarnos
hacia la construcción de personas e instituciones que sean capaces de vivir en forma
ética, integrada, armónica y empática.
La EPDH se basa en la
metodología del sentir, pensar y actuar. Parte del sentir, porque da cuenta de que
el ser humano no ha perdido su capacidad de indignarse éticamente a las injusticias.
Tiene capacidad de asombro, de angustia cuando hay niños en la calle; mujeres Tomado
de la propuesta metodológica del Instituto de Educación para la Paz, expuesta
en el módulo básico de
Educación para la Paz y los Derechos Humanos.
Principios de la
Cultura de la Paz, propuesta política del IDEPAZ. Golpeadas y humilladas; ver a
jóvenes que miran al futuro sin esperanza. Un ser humano que tiene la capacidad
para asombrarse a los actos de belleza y de ternura que nos da la vida, todos esos
sentimientos de odio, rabia, miedo, pena y sobretodo de amor, que dan cuenta de
que existen seres que están vivos, que están presentes y que tienen capacidad
para transformar este sentir, que enfrenta al otro como ser humano, para
transformarse, recrear y proyectar la realidad, algunos educadores han
denominado sensibilidad inteligente, o la inteligencia múltiple.
No quedarse solamente en la racionalidad, que también es importante, pero toma
en cuenta, otras dimensiones del ser humano. Como manifiesta el Padre
Fernández, una “educación abierta a las preguntas fundamentales, la verdad,
la belleza, el conflicto, el fracaso y la esperanza, abierta también a
los saberes no racionales, como la intuición y la imaginación”. Pero este sentir no tiene que quedarse sólo
ahí: tiene que tener instrumentos para comprender, darle sentido a los
sentires. Es decir, jerarquizar, analizar, comprender el porqué de las cosas. Que
las personas tengan la capacidad de discernir, de pensar. La educación basada en los paradigmas de eficiencia y
competitividad se basa en la uniformidad y la disciplina, en donde se repiten
los contenidos de memoria. Castigamos los actos libres y la discrepancia. La educación
da instrumentos para darle este sentido, una nueva sensibilidad social que
permita comprender las cosas, aprender aprendiendo. En este proceso de
discernimiento es necesario incorporar los valores, que tomen en cuenta a las
actuales generaciones y las futuras, que el otro está en nosotros como manifiesta
Octavio Paz.
Si se queda solo en el
sentir, formamos objetores con un nivel de conciencia ingenua, que sólo se
indigna de las cosas y dicen no o si por simple repetición, sin ningún nivel de
razonamiento, cuando un niño dice no por simple repetición o por llamar la
atención. Cuando se discierne por qué se producen los procesos de injusticia,
se está formando objetores que tienen un nivel de criticidad a las cosas,
comprenden por qué se dan las injusticias, pero sólo se quedan mirando, sin
hacer nada para que las cosas cambien. Por ello, es necesario generar un nuevo
nivel en el proceso educativo que es el actuar.
El actuar, desde las realidades
concretas, despierta una nueva sensibilidad para la transformación social,
identificando los paradigmas culturales que promueven y generan violencia en
las relaciones entre personas y grupos, fomentando así nuevas formas de interrelación
basadas en reciprocidad, solidaridad y respeto que permitan recuperar un nuevo sentido
de la vida.
Fomentando procesos desde el ‘sentir-pensar-actuar’ formamos objetores
de conciencia, el cual permite no sólo oponerse, o tener algún nivel de
disenso, sino que genera procesos de transformación social, tanto en el ámbito
actitudinal y estructural, con el fin de romper la espiral de la violencia y
brindar elementos necesarios para la construcción de una espiral de la paz.
Lo anterior significa
que las personas, sólo por el hecho de nacer, tienen una serie de derechos que
son los mismos en cualquier lugar del mundo, independientemente de la posición
económica, religión, sexo, orientación sexual, color de piel, entre otros.
Estos derechos están recogidos en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos,
adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución
217 A del 10 de diciembre de 1.948.
La Comisión Nacional de
los Derechos Humanos (CNDH) los define como “los privilegios y las libertades
que tiene toda persona y que están presentes en muchos aspectos de
nuestra vida diaria. Protegen nuestra vida,
libertad, igualdad, seguridad e integridad
como seres humanos” (Beltrán Gaos, 2005). Finalmente, también es preciso decir que los derechos humanos
son todos aquellos que se encuentran recogidos en la Declaración Universal de
Derechos Humanos (1948), así como los reconocidos por cada Estado en su
ordenamiento jurídico y en los tratados internacionales ratificados.
La educación es la clave para esta
perentoria inflexión del rumbo actual del mundo, que agranda la distancia que
nos separa en bienes materiales y en saberes, en lugar de estrecharla. Invertir
en educación no es tan sólo atender un derecho fundamental sino construir la
paz y el progreso de los pueblos. Educación
para todos, por todos, durante
toda la vida: éste es el gran desafío. Desafío que no admite dilaciones.
Cada niño es el más importante patrimonio a salvaguardar.
La UNESCO protege toda
la herencia: el patrimonio espiritual, intangible, frágil. El patrimonio genético
y muy particularmente, el ético. Estos valores esenciales, universales, que
nuestra Constitución establece con tan inspirada claridad. Si de verdad creemos
que cada niño es nuestro niño, entonces tenemos que cambiar radicalmente los
puntos de referencia de la “globalización” actual. Y el rostro humano debe
aparecer como destinatario y protagonista de toda política y toda estrategia.
Un sistema se hundió en
1989 porque, basado en la igualdad, se olvidó de la libertad. El sistema
presente, basado en la libertad, correrá igual suerte si se olvida de la
igualdad. Y de la solidaridad. El estrépito de la caída del “telón de acero” ha
impedido escuchar el temblor que recorre los cimientos del mundo “vencedor” de
la Guerra Fría. Tenemos pues, por virtud y por interés, que redoblar en todos
los ámbitos la lucha contra la exclusión y la marginalización. Todos deben
sentirse implicados.
Todos deben contribuir
a facilitar la gran transición desde la razón de la fuerza a la fuerza de la
razón; de la opresión al diálogo; del aislamiento Declaración sobre el Genoma
Humano, elaborada por el Comité Mundial de Bioética, que se presentará a la
Conferencia General de octubre de 1997. a la interacción y la convivencia
pacífica. Pero, primero, vivir. Y dar sentido a la vida. Erradicar la violencia: he aquí nuestra
resolución.
Evitar la violencia y
la imposición yendo, como antes indicaba, a las fuentes mismas del rencor, la
radicalización, el dogmatismo, el fatalismo. La pobreza, la ignorancia, la
discriminación, la exclusión son formas de violencia que pueden conducir aunque
no la justifiquen nunca a la agresión, al uso de la fuerza, a la acción
fratricida. Una conciencia de paz para
la convivencia, para la ciencia y sus aplicaciones– no se genera de la noche a
la mañana ni se impone por decreto. Se va fraguando en el regreso después de la
decepción del materialismo y del servilismo al mercado a la libertad de pensar y
actuar, sin fingimientos, a la austeridad, a la fuerza indomable del espíritu,
clave para la paz y para la guerra, como establecieron los fundadores de la
UNESCO. La ciencia siempre es positiva. Pero no lo son siempre sus aplicaciones.
Los avances de la técnica y del conocimiento pueden servir para enriquecer o
para empobrecer la vida de los seres humanos; pueden ayudarles a desplegar su
identidad y a multiplicar su capacidad o, por el contrario, pueden usarse para
usurpar la personalidad y embrutecer el talento humano. Sólo la conciencia, que
es responsabilidad y por ello es ética y es moral– puede dar buen uso a los
artefactos de la razón. La conciencia debe alcanzar y conducir a la razón.
Por todos lo antes expuesto se puede ver como la paz forma parte
fundamental de los derechos que son pro pio de cada ser humano y que para crear
una transformación en el entorno se debe educar para la paz
CONCLUSION
Lo más importante, por
encima del Estado y del mercado, es la persona humana, por lo que todo aquello
que contribuya a que cada ser sea más persona humana se encuentra en la
dirección de resolver los problemas de fondo de nuestro tiempo y de nuestros
pueblos. Para el logro de lo anterior, necesitamos trabajar intensamente, desde
edades tempranas, en la educación y formación en Derechos Humanos de manera que
los integrantes de la comunidad educativa en el nivel básico no sólo conozcan,
sino que interioricen, los Derechos Humanos como una forma de vida y sobre
todo, se mantengan vigilantes, activos y comprometidos en su promoción y
defensa.
La escuela constituye
un importante espacio de aprendizaje, promoción y aplicación concreta de los
Derechos Humanos. La educación en y para los Derechos Humanos es una
herramienta fundamental que permite prevenir las violaciones de estos los derechos,
lo cual supone fomentar conductas y actitudes sustentadas en el diálogo, la
tolerancia, la solidaridad, la cooperación y el respeto. Si construimos
escuelas en donde los derechos humanos sean conocidos por todos los integrantes
de la comunidad educativa, convirtiéndose así en responsabilidad de todos, la
educación en derechos humanos desempeñará en el mediano y largo plazo un papel
importante en la prevención y protección de los mismos.
Es por lo que en el
sistema educativo se debe desarrollar y fortalecer actitudes de respeto,
solidaridad, tolerancia, aceptación, identidad y cooperación. La relación
fundamental entre responsabilidades y derechos humanos debe estar presente en
todos los niveles del proceso educativo. A continuación se proporcionan algunos
temas que pueden incorporarse en diversas asignaturas, niveles y edades. Se
recomiendan sobre todo en la educación primaria.
REFERENCIAS
Departamento de Ciencias de la Educación, Universidad Centroamericana
“José Simeón Cañas”. (1999). El Salvador: Instituto Interamericano de Derechos
Humanos.
Declaracion de la 44 Reunion de conferencia internacional de Educacion.
Ginebra Octubre 1994.
García, M. (2013). “La construcción de la paz mediante la educación.
Hacia el diseño de un instrumento de indicadores”. Perspectivas Educativas,
Ibagué, Maestría en Educación de la Universidad de Tolima , Volumen 6
(enero-diciembre).
Naciones Unidas. (19 de diciembre de 2011). Declaración sobre
Educación y formación en materia de derechos humanos. Aprobada por la
Asamblea General. (A/66/457). From http://www2.ohchr.
org/spanish/issues/education/training/UNDHREducation- Training.htm.
Derechos Humanos Y Educación Para La Paz Universidad Iberoamericana
Victoria Ocejo Y Ana Paula Hernández Romano (Coords.)